París.- Revolucionó con sus ideas y sus métodos la antropología moderna y fue uno de los más grandes filósofos. Ha muerto a los 100 años.
Claude Lévi-Strauss revolucionó con sus ideas y sus métodos la antropología moderna. Sin embargo, este famoso antropólogo fue considerado en vida uno de los más grandes filósofos. Cuando este francés nacido en Bruselas se interesó por la etnología, la disciplina ni siquiera existía aún en Francia.
Por eso, a Lévi-Strauss le gustaba llamarse "etnólogo improvisado" cuando comenzó en los años 30 a estudiar esta materia. "No sabía nada sobre esto", dijo el intelectual, muerto a los 100 años. "Me convertí en antropólogo huyendo de la filosofía", dijo en el pasado Lévi- Strauss, que el próximo 27 de noviembre habría cumplido 101 años.
Las sociedades actuales
Desde hace más de medio siglo, este hombre discreto —responsable de aplicar el estructuralismo en la antropología— se posicionó en los debates culturales actuales.
Dotó de un nuevo significado los conceptos de "raza", "cultura" y "evolución" y reconoció tempranamente que la diversidad cultural es un factor esencial de la cohesión social y de la paz, una teoría que en el contexto de la globalización gana cada vez más relevancia. Por ello, la prensa solía celebrar a este científico como el "etnólogo filósofo" de su época. Ningún otro describió con tanta claridad el poder destructivo de nuestra civilización.
"Las sociedades que analizamos tienen el mismo tamaño y son a la vez objetos muy distantes de nosotros. Por eso podemos distinguir sólo sus características principales. Cuanto más analizamos las sociedades de esta forma a la distancia, tanto mejor podremos descifrar características fundamentales de la sociedad humana", fue uno de sus leit-motivs.
Fue uno de los analistas más importantes del siglo XX. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), con sede en París, ha calificado a Lévi-Strauss "como uno de los grandes intelectuales del siglo XX".
Entre la crítica y el pesimismo
Una imagen que ya se fue gestando en los año 50 con la publicación de su bestseller 'Tristes trópicos'. Un recuento científico que recorre Brasil y que los medios ensalzaron como "gran libro de la sabiduría". Este compendio de estudios ya advertía de la extinción de culturas "primitivas" amenazadas por el avance de la civilización.
En momentos en el que el término "avance" todavía era una palabra mágica de connotación positiva, el científico se convirtió en un pesimista sobre la cultura y en agorero de los que creían ciegamente en el avance.
Pero 'Tristes trópicos' no sólo fue una crítica a la sociedad. Con este libro también se distanció más de su oficio original, pues después de todo el etnólogo era un "enviado" de esa civilización destructora cuya expansión llega a todos los rincones del planeta.
Un nuevo método para el antropólogo
Lévi-Strauss no quería verse en ese papel. "Odio viajar", dijo, y se centró con ahínco en escribir, algo que muchos de sus colegas le reprocharon. Le cuestionaron sus análisis por estar elaborados con material de segunda mano y dudaron de sus conclusiones sobre las sociedades, los mitos y las estructuras de pensamiento en que se basaban.
Lévi-Strauss analizó toneladas de material y elaboró un nuevo método de investigación antropológica: el estructuralismo. Las obras decisivas de este estructuralismo, que intenta comprender cómo funciona el espíritu humano y cómo son las estructuras mentales y cognitivas, surgieron en los años 60 con 'El pensamiento salvaje', 'El origen de las maneras en la mesa' y 'Lo crudo y lo cocido'.
Con su lógica rigurosa y clasificadora, el científico demostró que los sistemas sociales y familiares de los pueblos ancestrales a menudo eran más complejos y sutiles que los nuestros, lo que escandalizó a muchos etnólogos. Pues hasta Lévi-Strauss, los "primitivos" eran considerados pueblos con formas de pensar arcaicas, sin escritura y sin máquinas.
Para él no hay ninguna raza que intelectualmente sea superior o inferior. Cada grupo étnico de la humanidad tiene su especificidad con la que ha contribuido a un legado común.
Nacido en Bruselas en 1908, este hijo de un pintor relató que acabó dedicándose a la etnología porque era malo en filosofía, estudio que cursó junto a los de derecho y sociología en la Sorbona de París.
http://www.elmundo.es/accesible/elmundo/2009/11/03/obituarios/1257281219.html
Dulce Leonor Fonseca Pérez
C.I 21085969
EES